martes, 12 de julio de 2011

La forma de rozar las cuerdas de una guitarra.

Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa y esas maneras y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da. Pero además le he visto serio, ser él mismo, y en serio que eso no se puede escribir en un poema. Por eso, eso que me cuentas de que mírale cómo bebe las cervezas, y cómo se revuelve sobre las baldosas y qué fácil parece a veces enamorarse. Todo eso de que él puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción. Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre. Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que él aparezca de golpe y de frente. No sabes lo que es despertarte y que él se retuerza y bostece, luego te abrace y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo. Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior. Que conozco su voz en formato susurro, y formato gemido y en formato secreto. Que me sé sus cicatrices,y el sitio que le tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas y la forma que rozar las cuerdas de una guitarra. Porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna y mira que hay tontos enamorados en este mundo. Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente él, rendido a ese puto milagro que supone que exista. Y le he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que le puso el camino, y le he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana, no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.

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